Crónicas

    A continuación encontrarás leyendas, historias, y  relatos cortos que sangró mi imaginación en su afán de vivir por siempre. En su afán de dejar un legado en este rincón virtual con el que puedan entrar a mi alma. Espero sea de su agrado.
   ¡Felices lecturas!


     La Envidia de los dioses...
     Antes de que el mundo fuese poblado por ningún ser mortal, antes de que el tiempo existiese, antes de que incluso la vida fuese vida, existió un ser de exuberante perfección. Su mirada podría curar enfermedades que no habían sido concebidas, y su sola presencia bastaría para darle al mundo una razón para rodar. No tenía principio ni fin, y ni los mismos dioses conocían su origen, si es que lo tenía. Pero algo era seguro; ellos le envidiaban...
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       Las Anécdotas de Gabriel (1/)
     Gabriel era un joven de 21 años, con el alma de un niño, ingenuo. No creía en cosas absurdas como San Nicolás, pero peor aún, creía en cosas más candorosas como el "Amor", o más irracionable aún, llegó a creer que aún había hombres buenos en el mundo. Pobrecillo.
     Una noche sin importancia, cruzando el mes de junio de 1969, aquel empleado de una famosa compañía bananera de El Progreso, Yoro, tomó su mayor tesoro terrenal, su guitarra, y se fue al más oculto rincón de su alma, sin salir de su casa. Subió hasta el techo, bajo la luz desnuda de la luna y un par de ojos color miel que le miraban desde el cielo sin el saberlo.
      Tomó la guitarra entre sus manos y comenzó a acariciar los trastes del mágico instrumento con las yemas de los dedos. Conocía la melodía mejor de lo que conocía su pasado; la había compuesto él, para el amor de su vida...
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        La Noche en que el hombre conoció a su peor enemigo...
     Era una noche fría y acuosa, triste. El cielo se desquebrajaba a trozos y caía sobre la tierra. Las nubes se partían en relámpagos que golpeaban el suelo con la ira de Dios. Un agresivo ejército de agua atacaba desde el cielo y moría en un asalto kamikaze contra el mundo. La luna lloraba desconsolada al ver el sol derramarse sobre el planeta entero, y el mar se alejaba con tristeza de la orilla. El tiempo se había vuelto loco, y la locura parecía algo normal. Era la última noche del hombre.
     La casa del hombre quedaba en lo alto de la última colina viva. Estaba cercada y resguardada, ajena a la realidad que asechaba toda vida. Descansaba dentro del pequeño rincón que llamaba hogar, sin ver que su hogar llegaba hasta donde la vista pudiera, pero que estaba a punto de arder en llamas, al igual que toda su familia...
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        Las Anécdotas de Gabriel (2/)
     Gabriel abrió sus ojos muy lentamente. Estaba en alguna habitación, cerca de ningún lugar, y no tenía memoria de cómo había acabado ahí. Intentó razonar, y entonces se dio cuenta que no tenía ni recuerdos, ni siquiera memorias de haber vivido jamás. Un incisivo manto de obscuridad abrazaba la estancia, y el joven no podía ver ni su propia mano. Se parecía tanto a la historia de su vida, esa que no recordaba.
     Sus pupilas tardaron un instante de más en acostumbrarse a la negrura, cuando divisó una densa luz de plata alumbrar desde el fondo. Entonces comprendió que no estaba en una habitación, era más bien un pasillo, un obscuro pasillo angosto...
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      El nacimiento de Helios
     Previo al final del principio, cuando la Luna tenía luz propia, las noches eran largas y los días fríos, y la tierra era habitada aún por la segunda generación del hombre, una mujer sin nombre dio a luz a un niño al que llamó  «Helios». Era descendiente directo del amor, y había heredado su bendición y su castigo; su ser estaba dividido en dos, condenado a buscar la otra mitad para la que fue concebido.
     No esperaba el majestuoso pero retorcido destino que le esperaba. Había nacido para la gloria, y por la gloria viviría hasta el último día de la tierra.
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